viernes, 27 de septiembre de 2019

Museo Universidad de Navarra

Los museos han de ser sitios donde uno se tiene que sentir cómodo. Sitios que inviten a la tranquilidad, al ensimismamiento y a la reflexión. Será por eso por lo que no hay música y abundad los carteles rogando silencio. Son sitios a los que uno ha de ir con la mente en blanco, sin prejuicios y abierto a todo lo que le pueda suponer un cuadro. La mente ha de ser un cuadro en blanco que esté esperando ser pintado por nuestras impresiones, ideas y conceptos. 



Porque en verdad a quién no le apetecería ir al museo en ropa de estar por casa. Con unos pantalones de pijama, con una camiseta larga y zapatillas de andar por casa. Porque cuanto más cómodo estes mejor experiencia vas a tener, más libre te vas a sentir de moverte por donde quieras. Estas palabras del profesor le hacen pensar a uno, los museos al igual que los teatros tienen, han sido históricamente sitios de actos sociales para las clases sociales altas por lo que se debía vestir de gala. Ahora sin embargo tenemos la facilidad de acudir a los museos, sin faltar a las normas de decoro, de ir a ver un Rothko valorado en torno a 80 millones de euros, con ropa cómoda.



Uno va con sus zapatillas favoritas, esas de rallas que tan cómodas son, que tantos paseos largos han dado por distintos lados. Y de manera inocente uno se siente incluso parte de la infraestructura del museo, que tiene techo alineado que conectan con otras paredes compuestas por líneas que encajan con baldosas perfectamente alineadas. Llama la atención que presas entre tantas líneas y estilos cuadriculados se encuentren obras pintorescas que no parecen seguir ningún patrón






Y en verdad puede pasar que haya cosas que entienda un poco como "El espíritu catalán" de Tapies que son parte de nuestra cultura y con cierto contexto su comprensión resulte fácil. Y otras tan abstractas como Kandinsky que necesitan de una explicación profunda para lograr ser entendidas.









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